Juventus: Debut como socio AAU
por Daniel Cuervo
Llego casi sobre las 10:00 al Juventus, por pelotudo, pues venía solo desde casa. Les aconsejé que no valía la pena que chuparan frío y viento al pedo y los convencí. Para colmo, tenía previsto inscribirme en la AAU. Un caos. Nadie sabía cómo ni dónde, ni siquiera los de la mesa.
Al final lo logré, llevándome una puteada del presidente que argumenta que no pagué, lo cual es cierto. No lo pude hacer, pues el tesorero ya estaba calentando para correr (ya eran más de las 10 !!!).
Yo le dije a alguien de la mesa: "Ah, disculpame, pagar yo quiero pagar....pero me dá un no sé qué dejar la plata ahí, arriba de la mesa...si no hay nadie para cobrar, no es mi culpa..."
Esa persona me contesta que no correspondía que me hubieran inscripto, que esto, que lo otro, etc. Yo pensaba: Y a este señor por qué lo aflige tanto ??? Se la descontarán a él ??? Luego me enteraría que es el presidente de la AAU !!!. Ya empecé mal....ver mis resultados al día siguiente en la página me tranquilizó bastante.
Para colmo, me dan un número de mierda hecho a mano, con marcador, diciéndome que tengo que usarlo todo el año. Por suerte viene dentro de dos "preservativos" de plástico.
Mientras tanto, Gonzalo andaba en la vuelta, haciendo cola para que su hija Camila pueda hacer pis. No sé si habrá entrado el también a ese baño de damas.....no le pregunté y tampoco me contó.
Luego de la burocracia, vuelvo al auto a sacarme el exceso de ropa, me quedo en musculosa de microfibra verde-agua y pantalón de atletismo azul con vivos blancos, todo de estreno absoluto. Me miro el atuendo en la vidriera del banco de Paraguay y Colonia. Se terminó la ropa improvisada.
Solamente "ensuciando" la mano derecha, me paso bastante linimento en ambas piernas, me ato la llave del auto (sin el Control Remoto) a la cintura, por dentro, con un hermoso cordón rosado y ya salgo corriendo de allí hacia Colonia, para calentar. Lo de la ropa nueva es porque el reglamento dice que hay que correr todo el año con los mismos colores (el reglamento, já,,já).
Estaba habilitado el calentamiento sobre Colonia desde Paraguay hasta J.Herrera y Obes. Transito un par de veces de extremo a extremo buscando a Gonzalo y logro ver un elegante atleta vestido con musculosa de microfibra verde-agua y pantalón azul con vivos blancos. Era un espejo !!! A la mierda mi ropa exclusiva !!! No puedo evitar casi pararlo y con la misma cara de orto que la mía, nos miramos de arriba a abajo y yo, en tono positivo, le digo : "Che...somos del mismo equipo!!!". El me contesta riéndose: "Si.....del Club Casa Sanz!!!".
Luego de otras pasadas rencuentro a Gonzalo calentando con la nena, corremos los 3 un poco más, nos despedimos y nos disponemos en la largada, un poco antes de llegar a Colonia, por Río Negro. Retrocedemos un poco a saludar a Gustavo Martino, conocido nuestro de la Banca, intercambiamos deseos de éxito y nos adelantamos uno poco hacia Colonia.
Estamos ahora al lado de Gorzy, al cual agradecen por los micrófonos por el PC cedido para esta carrera. El agacha la cabeza restando importancia al gesto. Hacemos un minuto de silencio no recuerdo por quién y ya nos vamos.
Largamos algo desordenado, activamos los cronos y ya se ve que antes de 18 ya es un caos lograr correr sin tocar a nadie.Gonzalo salió con mucha fuerza, no sé como hace, pues le mirás las piernas y no parece tener una frecuencia de paso alta, debe ser la longitud, pero la cosa es que avanza rapidísimo. Yo me contagio, empiezo a correr en zig-zag, esquivando a gente más lenta que yo (en ese momento), voy al mango, tipo picada de 100 metros, mi visión periférica me dice que entre Colonia y San José había muchísimos curiosos mirando, ya estoy llegando a Canelones y aún veo a Gonzalo.
Sigo sus pasos, vamos en bajada, mi idea es saludarlo al llegar a la Rambla para sorprenderlo y después obviamente "dejarlo ir". Ni ahí. Ya entre Canelones y Durazno, estaba sin aire, tengo que aflojar, pienso en las cuadras que faltan y vuelvo al paso normal. Bah, no sé cual es mi paso normal en bajada, nunca corro en bajadas tan pronunciadas. Ya se me fueron las ganas de seguir corriendo, miro el crono, pero éste no me dice nada, no tengo ni idea que distancia recorrí, pero calculo que anduve por los 4'/km, una locura de 4 cuadras.
Al llegar veo, en la nebulosa de mi mareo a Juan Pedreira, también de la Banca, dándome aliento. Una grata sorpresa. Allí ya andabamos bastante sueltos, separados.
Doblo a la derecha, por la Rambla, ya me siento cansado al mirar hacia la chimenea y saber que allí no daremos la vuelta sino que seguiremos hasta Balizamiento (que desde allí ni se ve). Comienzo el pequeño repecho de la Cía del Gas y empiezo a evaporar el escaso sudor (por lo fresco de la mañana y el corto trayecto) y me doy cuenta que la microfibra es muy livianita, cómoda pero el viento te cala como un cuchillo. Empieza a joder el Pampero.
Voy bajando siempre mirando el reloj sin saber por qué, no tomo en cuenta los postes de la rambla para medir, pues no arrancamos desde ninguno, pero igual podrían servir de referencia.
El pasaje de atletas es constante, intento varias veces mantenerme junto a alguno pero es imposible, me pasan todos, muy poco a poco, nunca como pedo, de todas las edades y sexos. Ya quiero agua, no sé para qué, pero falta bastante, la 1er. agua está en Río Negro, al regreso de la aduana.
Estoy en el Columbia, aparece una señora de edad similar que va a mi mismo paso (es conocida de Gonzalo, por casualidad), voy con ella casi hasta la Chimenea, nos filman juntos la cámara de TCC (pareceremos gerentes ??). Como siempre corro totalmente desconcentrado, viendo si hay alguien conocido mirando, el paisaje, la gente pescando de espaldas a la carrera, ver si hay pique, etc.
Siempre atento al crudo y triste pasaje de regreso de los punteros, voy quedando solo otra vez, como sin darme cuenta, me siguen pasando y luego de pasar yo por la Chimenea, ya viene el puntero, Veleda, con cierta ventaja. Inevitablemente comienzo a mirar uno por uno los que lo siguen, mirando esas caras que solamente veo en ese momento y luego ya sigo mirando para localizar a Gonzalo y otro amigo, Alfredo, que andaba por allí y me pasó (dándome aliento) ya antes del Columbia.
Bastante atrás aparece mi sosías de vestimenta, ni me miró, andaba bastante bien. De Gonzalo ni señales, no puede haber pasado sin vernos, siempre nos hablamos. No verlo aún me tranquiliza un poco, comienzo a circunvalar el Servicio de Balizamiento por Sarandí y luego por J.L.Cuestas. Es como un oasis esa pared, cesó el viento. Un placer. Algunos corredores cortan camino sobre la esquina (son libres, supongo) por la vereda. Como yo ahora estoy “federado” y el reglamento lo prohibe explícitamente, sigo por la calzada, con el riesgo de hacerme bolsa por evitar el cordón y doblar en un ángulo perfectamente recto. Un tarado.
Sigo hasta la Plaza de Deportes, no hay ni un alma mirando, llego a Cerrito constatando si los ómnibus nos van a dar bola, no
hay problemas, retomo la Rambla para virar a la izquierda. La playa de contenedores y el cambio de dirección me hacen olvidar del viento por un buen rato. Tampoco se siente el viento de popa, pues se neutraliza con el que provoca la marcha.
Ya estoy de regreso por la chimenea, sigo mirando el reloj no sé para qué, pues no estoy tomando parciales, paso algunos veteranos, ando un junto a otro que va emitiendo un sonido raro, es su Polar que marca la frecuencia cardiaca. Intento garronear y tratar de saber si yo ando por encima o por debajo, pero es imposible. Me aburro del pitido y lo dejo un poco atrás.
Muy poca gente se detiene, no recuerdo ninguno salvo algún veterano en ese momento, ya girando hacia el Templo Inglés. Gente caminando tampoco. Al llegar a la base del repecho de la Cía del Gas nuevamente, otra sorpresa, me grita alguien en bicicleta, sobre la misma calzada, mezclado con los corredores y contra el reglamento también, es Luis Echeverría de la Banca, intercambiamos algunos diálogos y le indico que anda Juan también por allí, luego se aleja. Si la AAU lo considerara mi acompañante, seguro me descalifican (já,já).
Hace unos kilómetros que me arden los ojos, ya a esta altura veo de a ratos, por el abundante pestañeo. Son los restos de linimento de mi mano derecha, al secarme la transpiración, comienzan a hacer estragos en los ojos. Esto me sucedió porque dejé la muñequera en el auto, que hace meses me compré para esto.
Saludo a Juan, su esposa Silvia y Luis que ya están en la cumbre del repecho, les digo que estoy ciego y le dedico un saludo especial a cada uno, totalmente al pedo, para cansarme, nomás. Desde allí no veo el Parque Hotel (el otro codo) y otra vez me preocupa la distancia que falta.
Estoy llegando a la tan ansiada agua, obtengo 2 vasos, se me cae uno al toque sobre los dos pies, el segundo lo quiero beber y no puedo, mi respiración agitada por la boca me impide beber sin atorarme. Opto por tirármelo en la cabeza y en algo me ayuda. De todas formas no hace calor, es la primera vez que no siento fuego en los pies. Cero molestias por allí. Estoy cruzando frente a la meta de Paraguay, me cruzo en diagonal toda la calzada para ir a saludar a Camila Álvarez y pedirle que me acompañe, como mostrando que estoy sobrado. Me cansé un montonazo por hacer eso y la nena capaz que ni siquiera me entendió, con mi voz gangosa llena de flemas, saliva y alteración respiratoria.
Comienzo a sentir ya un ardor importante en la unión delantera de las piernas....si, allí.....Era obvio, quebré la regla Nº 1 del corredor: "No estrenar ropa en carrera". La cosa es que el suspensor del pantaloncito de mierda está terminado con elástico común y ya el roce durante 4 kms se hace sentir, parecen estar en carne viva los pliegues de la ingle. Me comienzo a bajar como puedo los lienzos, para que el roce se haga fuera de la zona ya lastimada. De allí en más (6 km restantes) estuve pendiente de este problema, toda la carrera. Por suerte no había indicios de ampollas en los pies (los algodones entre dedos dan resultado, si se quedan allí, sino es peor, pues los pisás y te terminan doliendo) ni me duele ninguna rodilla, como en carreras anteriores, a veces una, luego la otra, que sé yo...
Paralelamente a todo ésto comienzo a sentir (como en todas las carreras) que la relativamente escasa gente del lugar se pone abruptamente más activa, comienzan a reir, comentar, gritar y si se quiere hasta insultar, pero con elegancia. Es indudable que ahora tengo entonces a Gorzy pegado atrás mío. Como siempre, en todas las carreras, viene bastante atrás y no sé como, luego de los 5 a 8 kms me comienza a pasar, lenta e inexorablemente. Intento mantenerme cerca de él, nunca al lado, para no robar cámara ni quitarle insultos.
Imposible, a los cinco minutos ya está a más de 50 metros, cada vez más chiquito. Me siguen pasando otros "personajes del fondo" (alguna señora entrada en años, algún veterano ex-atleta, qué se yo). Seguramente he pasado alguno yo también (algún atleta libre, tal vez), La verdad, no recuerdo a muchos.
Estoy pasando frente al Cementerio Central y ya se cruza Veleda nuevamente, que va primero por más de 50 metros, pulgar arriba y saludando a los rezagados que avanzan conmigo y que lo alientan. Otra vez vuelvo a mirar uno por uno aquellos envidiables sujetos, incluyendo los dos que se iban matando con más cansancio por el segundo puesto. Envidiables pero no por las glorias conseguidas (para mí inalcanzables), sino porque ya no tienen que ir hasta el Parque Hotel como yo, solamente por eso los envidio.
Vuelvo a buscar visualmente a Gonzalo y luego a Alfredo, en ese orden, que ya deben pasar bastante antes que en el codo anterior. Al fin aparecen de a uno, los saludo, le comento a Gonzalo sobre la gente amiga que está en la meta y sigo ya casi sin mirar el reloj, pues ya no puedo hacer nada o no sé como dar la orden desde arriba para apurar el paso. La respiración si bien era más amigable que en Florida, igual provocaba desprendimiento de cierta cantidad de saliva en cada resoplada (literalmente me "chorreaba la baba").
Me alcanza un gordito, un poco menor que yo, seguimos juntos un rato, me quejo del pantalón, que lo sigo bajando, que cuánto falta para el Parque Hotel, que por qué mejor no hacían el codo en Kibón....me contesta: "dale, tirá conmigo..." pues seguramente me ve en inferioridad. Doblamos el codo en Pablo de María y allí comienza otra historia.
Otra vez el olvidado viento hace estragos, en la cebra de Jackson hay agua de vuelta, por lo que irían 8 k m (lo supongo a la hora de escribir esto, en el momento ni idea), seguimos "tirando juntos" y supongo que el hecho de doblar el último (pero lejano) codo me da energía extra y comienzo a mejorar el paso. A mi "compañero" se le cae el vaso, le ofrezco el mío sin probar, no lo quiere, le llegan a alcanzar otro. Yo ni lo pruebo, me lo tiro encima. La verdad es que para esta distancia ya no necesito beber (o no sé hacerlo sin morirme atorado), si tengo calor, me refresca, si no ni eso.
El viento se siente fuerte pero tengo algo más de ganas de correr un poco mejor, comienzo a dejar al socio un poco atrás. Hasta Ejido él vino de atrás siempre poniéndose a la par, pero nunca llevando la iniciativa. La verdad es que disponer de un gordito que corra más o menos como vos, pero que no se haga el loco y se te vaya a la mierda, es un espectacular incentivo.
Sigue pasando algún veterano ya conocido e infaltable, como uno que corre con camiseta de Peñarol, categoría 60 años o más, supongo. Ya lo había visto parar antes de doblar el último codo, íbamos bastante delante de él por Jackson (él ni había doblado aún) y resulta que ahora, en Ejido, ya está bastante adelante, como a unos 50 metros. Un fenómeno. Ni lo vi pasar.
Charlo con el compañero sobre los cuadras y metros que faltan, él no sabía dónde era la meta precisamente, se lo especifiqué tres veces, le dije que no había más repechos, etc, etc. La cosa es que se empezó a alejar faltando un par de cuadras y no pude (ni quise, creo) alcanzarlo.
Hace rato que comencé nuevamente a subir de a poco los pantalones, para que volviera a lastimar zonas que ya se habrían supuestamente recuperado un poco del roce. Ya era insoportable el ardor, era como sumergir los testículos en un balde de alcohol rectificado, por más que el verdadero dolor provenía de las piernas. Ya se ve la meta, me comienza a importar bastante menos el dolor y el viento ya no me toca. Ya había mirado el crono hacía rato y me parecía que iba a andar bien (increíblemente) de tiempo, respecto a carreras anteriores. Me parece recordar que iban menos de 50 minutos y el olor de la meta ya era perceptible. Claro, los últimos metros me pesaban, pero no por cansancio físico (que nunca sentí) sino por el pantalón y el viejo tema de la escasa aireación de mis pulmones para poder mantener el ritmo que me imponen las piernas.
Ya siento los gritos de todos los conocidos (a esa hora ya estaban los que corrieron también) en la meta, dando mucho aliento, es lo que más recordás de la carrera, es espectacular...fui el más aplaudido, claro, después de Veleda. En definitiva, los 2 somos los punteros, el de adelante y el de atrás, él abre el juego y yo hago el cierre de la competencia.
Me apuro un poco como para demostrar tener un (realmente escaso) resto (de ganas, sobretodo), como para no cruzar la meta arrastrando tanto los remos. Me canalizan hacia una senda exclusiva para la AAU, la majuga va para otro carril (já, já).
Llegué bien, entero de piernas, la sensación de estar corriendo aún (las "patas que se te van solas", rara, costosa, pero linda sensación) se me pasó rápido, no me duele nada muscular ni óseo, solo la piel. Vuelvo a los conocidos, saludo, charlamos, me comienzo lentamente a cagar de frío (no tenía abrigo alguno y la microfibra estaba mojada del agua que me tiré, mayormente).
Por compromiso estiramos un poco con Gonzalo y alguien más, vuelvo a estirar sobre el vallado y el posterior del muslo derecho amenaza con acalambrarse por ese esfuerzo. Cancelo el estiramiento de inmediato, pues un calambre allí (tuve una sola vez en esa zona, jugando al fútbol, es espantoso, peor que en un gemelo) tengo miedo que me deje secuela de dolor durante toda la semana.
Eso es todo, miro mi crono detenido un poquito tarde en 54'19". Estoy bastante conforme, pues en aquel momento partía de la base errónea de que eran 10km, aunque después Gonzalo me rectificó la distancia en unos 9.868 metros, lo que no afecta mucho mi tiempo.
Conclusiones:
Contra mis costumbres anteriores, había calentado bastante, un poco más suave que en Florida, pero no sentí haber perdido energía por ello, al contrario, sirvió.
No tuve ahogo inicial durante la largada, no recuerdo.
Usé medias (viejas) más finas, lo que me bajó la temperatura de los pies, aunque al límite posiblemente de aumentar el rozamiento. No tuve ninguna molestia debida al esfuerzo ni muscular ni articular, ni durante ni después.
Lo negativo, mientras estoy motivado y concentrado me quedo sin aire, las piernas se quedan con las ganas de alcanzar a alguien y luego cuando ya no hay ni motivación ni concentración por todo el tiempo perdido, el escaso aire tampoco permite repuntar mucho. El hecho de haber padecido falta de aire o correr al límite de la disponibilidad de éste tampoco aporta mucho a la claridad mental mínima que se necesita para dar la orden a los músculos de intentar alguna reacción.
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